El golpe del 24 de marzo de 1976 perpetrado por las Fuerzas Armadas con Jorge Rafael Videla a la cabeza, fue orquestado por el imperialismo yanqui a través del conocido Plan Cóndor y por la clase empresarial junto con las cúpulas eclesiásticas. En los años previos al golpe, durante el gobierno de Isabel Perón la persecución y represión era desarrollada por organizaciones paraestatales como la Triple A.
La dictadura llevó adelante un plan sistemático de exterminio para terminar con un movimiento obrero combativo que iba creciendo, desde el Cordobazo a las Coordinadoras Interfabriles. Para eso, utilizaron los métodos más aberrantes como la desaparición forzada de personas, torturas, asesinatos, violaciones, hasta la apropiación de bebés.
Es decir, que el genocidio fue de clase y tuvo como objetivo disciplinar, centralmente, a la clase trabajadora y a toda una vanguardia organizada e impedir que se profundice el ascenso obrero, ya que en nuestro país, a partir del Cordobazo en mayo del ‘69 surgieron y se generalizaron nuevas formas de acción y organización obrera en las fábricas y lugares de trabajo.
Los grandes empresarios que aún continúan impunes, nacionales y extranjeros, no fueron solo cómplices civiles, sino que fueron ideólogos e impulsores del golpe genocida, celebraron la asunción del gobierno de facto y aportaron dinero e infraestructura. Por su parte, los medios masivos de comunicación fueron aparatos de propaganda que justificaban el terrorismo de Estado organizando operativos de prensa perversos.
Porque son 30.000, porque fue un genocidio, este 24 de marzo, como todos los años, seremos miles en las calles. Por todas estas razones, es necesario mantener la memoria activa reclamando verdad y justicia.
Fuente: LaizquierdaDiario
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