Así se desprende de la declaración de Carlos Pedernera en la comisaría 9°. Dijo que su hijo murió por causas naturales, pero no supo explicar por qué ocultó el cadáver. La “externación” de los enfermos mentales otra vez en el centro de la polémica.
El sábado, la madre de Augusto, Bilma Chavero, radicó una denuncia en la comisaria seccional 9ª para dar a conocer que hace tres años que no podía ver a su hijo. La mujer contó que fue pareja de Carlos Pedernera y que hace más de diez años se habían separado.
La mujer se fue a vivir a otro barrio con dos de los hijos que tuvo en Pedernera. Al poco tiempo, uno de ellos, Augusto, decidió quedarse con su padre en la casa de calle Madre Cabrini al 300.
Carlos Pedernera trabajó muchos años en el Hogar Escuela Eva Duarte de Perón. Después de un tiempo, quedó como casero del predio de cuatro manzanas ubicado en el barrio Almirante Brown.
Augusto sufría esquizofrenia y tenía permanentes crisis epilépticas. Era común que el joven, alto y robusto, se escapara de la casa para ir a caminar por el barrio. En varias ocasiones los vecinos debieron llamar al Policlínico para que lo asistiera ante los ataques que le daban en plena la vía pública.
Carlos, en más de una ocasión, había reclamado al gobierno que lo ayudara con su hijo. En julio de 2010 este medio le hizo una nota a la familia. Fue cuando la policía había golpeado al joven en un intento de contenerlo para trasladarlo al Hospital.
Si bien en el barrio la difícil situación que se vivía en la casa era conocida, los vecinos aún no salen del estupor al enterarse que el hombre, a quien veían permanentemente caminar por inmediaciones del Hogar Escuela, mantenía oculto el cadáver de su hijo en una de las habitaciones de la casa.
Por otro lado, la vivienda está aislada del resto de las casas, y eso tal vez evitó que los vecinos pudieran percatarse del olor que debió emanar el cuerpo en descomposición.
El juez Leandro Estrada confirmó que los restos hallados en la casa de calle Madre Cabrini eran nada más que huesos, aunque eludió dar más precisiones: “Hay que esperar los resultados de las pericias”.
Esos análisis darían a conocer la fecha aproximada de la muerte, pero el dato clave para la investigación será saber cómo murió el joven Augusto, ya que de eso dependería la situación del padre.
“En principio no pesa sobre él ninguna medida coercitiva”, reveló el titular del Juzgado Penal N° 2.
Tal vez la denuncia que hizo la madre pueda ser el hilo conductor, ya que dijo que su ex pareja, con “excusas diversas” no dejaba que viera a su hijo y que, por eso, decidió finalmente recurrir a la Policía. De todas formas, la mujer no supo explicar por qué demoró tanto tiempo.
La política de “externación” otra vez en el centro de la polémica.
“Más allá delo que haya pasado y la indignación que sentimos, esa familia necesitaba ayuda para contener al joven. Era imposible que una sola persona se las arreglara para cuidar a un enfermo de esas características”, dijo una de las vecinas.
El testimonio habla de uno de los costados de caso que algunos medios calificaron como “macabro” y que alcanzó, consecuentemente, una notoria repercusión en medios nacionales.
El análisis de la situación también lleva a considerar el hecho como un caso más de de un enfermo mental que no es atendido en la Salud Pública, no puede ser contenido en su familia y termina en un terrible desenlace.
El caso, como otros tantos, revela una de las consecuencias más profundas de la aplicación de la política de “externación” de los enfermos mentales desde mediados de los ’90 por parte del actual gobernador, Alberto Rodríguez Saá, con el apoyo “científico” del polémico doctor Jorge Pellegrini.
Esa política de “desinstitucionalización” de los enfermos mentales llevó a la transformación del servicio de Salud Mental en la provincia, desde el cambio de funciones del ex Hospital Psiquiátrico, -que dejó de ser hospital de internación- hasta los lineamientos impartidos en todos los centros de salud.
Así, desde hace más de 15 años, los profesionales de Salud Mental de los hospitales de la provincia tienen la directiva de evitar, por todos los medios, que los pacientes con problemas mentales sean internados. A lo sumo, permanecen uno o dos días en los centros de salud para “estabilizarlos” y reintegrarlos a las familias.
Desde hace dos décadas que la frase de Rodríguez Saá, refrendada por Pellegrini, “en la casa, con la familia, están mejor que en cualquier otro lugar”, resuena como un “gran logro”, pronunciado –incluso- con tono festivo cada vez que se habla de la atención de los enfermos mentales en San Luis. Un “slogan” que choca de lleno con realidades crueles, como la que se vivió durante tres años en la vivienda de calle Madre Cabrini, dentro del predio del Hogar Escuela.
Esos análisis darían a conocer la fecha aproximada de la muerte, pero el dato clave para la investigación será saber cómo murió el joven Augusto, ya que de eso dependería la situación del padre.
“En principio no pesa sobre él ninguna medida coercitiva”, reveló el titular del Juzgado Penal N° 2.
Tal vez la denuncia que hizo la madre pueda ser el hilo conductor, ya que dijo que su ex pareja, con “excusas diversas” no dejaba que viera a su hijo y que, por eso, decidió finalmente recurrir a la Policía. De todas formas, la mujer no supo explicar por qué demoró tanto tiempo.
La política de “externación” otra vez en el centro de la polémica.
“Más allá delo que haya pasado y la indignación que sentimos, esa familia necesitaba ayuda para contener al joven. Era imposible que una sola persona se las arreglara para cuidar a un enfermo de esas características”, dijo una de las vecinas.
El testimonio habla de uno de los costados de caso que algunos medios calificaron como “macabro” y que alcanzó, consecuentemente, una notoria repercusión en medios nacionales.
El análisis de la situación también lleva a considerar el hecho como un caso más de de un enfermo mental que no es atendido en la Salud Pública, no puede ser contenido en su familia y termina en un terrible desenlace.
El caso, como otros tantos, revela una de las consecuencias más profundas de la aplicación de la política de “externación” de los enfermos mentales desde mediados de los ’90 por parte del actual gobernador, Alberto Rodríguez Saá, con el apoyo “científico” del polémico doctor Jorge Pellegrini.
Esa política de “desinstitucionalización” de los enfermos mentales llevó a la transformación del servicio de Salud Mental en la provincia, desde el cambio de funciones del ex Hospital Psiquiátrico, -que dejó de ser hospital de internación- hasta los lineamientos impartidos en todos los centros de salud.
Así, desde hace más de 15 años, los profesionales de Salud Mental de los hospitales de la provincia tienen la directiva de evitar, por todos los medios, que los pacientes con problemas mentales sean internados. A lo sumo, permanecen uno o dos días en los centros de salud para “estabilizarlos” y reintegrarlos a las familias.
Desde hace dos décadas que la frase de Rodríguez Saá, refrendada por Pellegrini, “en la casa, con la familia, están mejor que en cualquier otro lugar”, resuena como un “gran logro”, pronunciado –incluso- con tono festivo cada vez que se habla de la atención de los enfermos mentales en San Luis. Un “slogan” que choca de lleno con realidades crueles, como la que se vivió durante tres años en la vivienda de calle Madre Cabrini, dentro del predio del Hogar Escuela.
Fuente:San Luis noticias
Foto: Periodistas San Luis
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